Dos mil veinte está siendo un año difícil, también para los deportistas. En mi caso, se trataba del año en el que cambiaba de categoría, habiéndome preparado durante todo el invierno para afrontar el primer año de sub-23 de la mejor manera posible; aunque no siempre salen las cosas como las esperamos.       

En Marzo se cancelaron todas las carreras, dejándonos así a los corredores sin motivación para entrenar y a los preparadores sin objetivos sobre los que trabajar. Es por eso que casi sin darme cuenta, estaba hablando con Pedro sobre cómo afrontar los meses venideros.

Y una cosa llevó a otra, y esa otra a una ruta de 200km con 4000m de desnivel que a pesar de no ser una carrera, era una gran motivación para seguir entrenando. Fue anteayer cuando hice realidad esa locura, que una vez emprendida no pareció tener la envergadura que le había atribuido anteriormente. Esto, en parte se trata por los exquisitos entrenamientos que he llevado a cabo con anterioridad y que potenciaron de sobremanera mi capacidad aeróbica, y por los consejos sobre la alimentación adecuada para esa ruta que había escritos en el entrenamiento en la app.

Así es como algo que en principio pudiera parecer una locura de esas que no se aconsejan a una persona de mi edad, con un poco de cuidado y ajustando el descanso necesario para asimilar bien la carga de entrenamientos, ha resultado extremadamente beneficiosa.

Al fin y al cabo esa ruta no fue sino una locura más de las muchas que cometeré en mi vida como deportista. Pero lo importante sobre la experiencia que viví fue darme cuenta que podía llegar mucho más lejos de lo que me creía capaz, ganando así mucha confianza conmigo mismo, que en carrera es tanto, o más importante que unos vatios altos.